El camino está decorado por genocidas, mentes radicales que figuran en el libro de la ignominia. a unas cuadras se consagra la idolatría a la guerra. La federal cruzó hace 10 minutos. No hay paso para los conductores. El centro es del peatón, del militante, del acarreado.
Son tiempos electorales. Negocio para las imprentas: playeras, banderas y demás accesorios que renuevan el guardaropa cada 3 años, y en algunos casos las oficinas.
Y como el riesgo de lo último está latente, en día no laboral el chaleco de las oportunidades se pasea a unas cuadras de los clientes.
Es una campaña diferente que tardó un mes en visitar uno de sus principales bastiones, aunque el poder estatal pintado de rojo aparente lo contrario.
En el templete dicen que fueron 8 mil, los más conservadores le tiramos a 3 mil, algún osado apunta 4 mil para la nota que ya le piden.
40 autobuses, como en los viejos tiempos, cuando el sistema era todo menos diferente. Banderas, playeras, algún lunch. Una escena que lo único que tiene de diferente es el rostro de los que se fueron, de los que llegaron y crecieron y siguieron como moneda de cambio electoral.