Un grito me despertó de mi letargo, seguido de la frase: ahi hay algo bueno para En concreto.
Nos asomamos. Lucia inerte. 3 oficiales lo rodearon y le tocaron el rostro. No daba signos de respiración. Alguien sacó su cámara y grabo el suceso. Alguien desde lo alto suponía lo peor. Esa piel requemada por el sol y la calle no reaccionaba a las maniobras. Agua, ponerlo de pie. Abrio los ojos para tranquilidad de los presentes. Los oficiales registraron la bolsa y encontraron una botella. Olfateada y tirado el contenido, intentaron platicar con el hombre que hacia unos minutos estaba muerto en una jardinera y ahora no podia mantenerse en pie.
La cámara no perdió un solo segundo de detalle, y quizá por ello, para evitar un espectáculo grotesco que podría interpretarse como abuso policial, los uniformados dejaron que aquel milagro viviente de la ingeniería continuara su tambaleante camino.
Sentí el deseo de gritarles: Detengan a ese cabrón.
No me malentiendan. No tengo nada contra quien si puede darse el gusto de quemarse las entrañas entre semana. Mañana checare en las noticias a ver si hay reporte de un atropeyado por aventarse en estado brabucon a un infortunado cafre.
A veces no entendemos que necesitamos alguien que nos proteja de nosotros mismos.
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